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martes, octubre 29, 2013

Acabo de terminar de leer Mararía. Aún tengo fresco el sabor de la arena rojiza, amarillosa; del salitre y de  la lava.
Siento como se enjalbega mi alma mientras se va derramando la luz rosada del atardecer sobre la isla y se dibuja en el horizonte sobre el mar, una perla que anuncia un cielo lácteo y azul. Azul que no hallará lugar para dejarse ver, oculto entre el luminario brillo de las infinitas estrellas que vestirán de fiesta la noche isleña.
Rafael Arozarena descubre el embrujo mágico de las tierras canarias, acariciadas cada segundo por el alíseo manto curtidor de arenas y volcanes.

He recorrido de su pluma, el esqueleto de la isla descarnada y exhuberante, reflejo de la gente que la goza y la sufre, que sobrevive al silencio profundo del viento sobre la tierra inmóvil, océano mineral de oleaje petrificado.

Es brutal el relato, brutal, bello y de un dolor descarnado e inmisericorde. Personajes de alma de hueso y carne endiablada de deseo y miedo.

Mararía es como el canto profundo de una folia, como el tañido melancólico del timple que silencia la desgracia y ahuyenta la resignación levantando sus negros ojos prendidos en llamas de fénix, renaciendo en cada sol, en cada aurora roja y en cada ocaso lento y profundo, apagando a su paso el viento y sumergiéndose en el sueño de lo que pudo haber sido, de lo que pudo ser, de lo que fue, entre el mar de lava y el desierto de olas de arena de la isla.
Gente de verdad, de camisa arremangada, de polvo en las sandalias, de labios resecos y ceño retando al sol. Recta la mirada y quebrado el pensamiento por ser más largo que el horizonte el deseo, la lucha y el dolor.

Malpaís, caliche, panasco,alongar, rabatiña, pajines, higos porretos, támaras, montar a pela, engurrunar, aulagas, ajijides, enguirrado,, machango, cachimba, sequerosa, sancocho... Gracias Mararía por regalarme el sonido de la isla. Ha sido un regalo precioso.
Entiendo más, sé más de la nave de tierra que se lanza rota al Africa. Como dibuja el texto, dos mares, uno de lava negra de los malpaíses y otro de color de oro de los arenales.
Nunca he estado en las islas, pero ya las siento un poco mías pues comparto dolor y quizá un poco de locura con Mararía.
Rafael de Arozarena posee una prosa directa y luminosa, creadora de paisajes y matices que trascienden el detalle expresado en la descripción de los personajes y de la orografía que los contiene
Novela imprescindible para entrever un carácter isleño que se mueve entre la resignación y la desgracia, la audacia y la belleza Crea el autor personajes, recios, armados de pasiones y miserias y embellece el relato con la frescura de palabras de sonido antiguo que rescata del tiempo, con la profundidad del imaginario mágico rescatado del mito y del misterio y con la trascendencia de lo cotidiano y de los hechos, recogidos del pasar la vida de las gentes isleñas y de sus pueblos.
Hasta aquí mi impresión. ¿Qué os parece?, ¿conocéis el libro? y al autor?.
Espero vuestras impresiones.

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